sábado, 12 de marzo de 2011

Reúma, del griego ῥευματισμός

De pequeño, en mi ochentera infancia, ya hice algún que otro diagnóstico: las señoras (y algún señor) que llevaban esa pulsera dorada, abierta, con dos bolas en los extremos, padecían indefectiblemente reúma. A mí casi ninguno me llamaba la atención, no tenían pinta de enfermos. A algunos directamente les miraba a la muñeca y ya comprobaba que sanos no debían estar, y que sabe Dios qué tendría que ver la pulsera de marras con el tratamiento de su enfermedad, pero algo pasaría ahí. Las bolitas doradas, mano de santo, seguro. Hasta que dejé de verlas, y en conclusión, el reúma habría desaparecido, como la viruela. Hasta que, al poco, supe que el reúma es cajón desastre en la jerga médica popular. Ya me parecía a mí que mi padre nunca recetaba eso, y que a algún paciente mandaba a la farmacia, pero a nadie al joyero, donde supongo que duermen el sueño de los placebos los miles de "pulseras contra el reúma" que no fueran tiradas a la basura. En las mañanas de este mes, cuando van pasando los enfermos a la variadísima consulta de Reumatología, me sigo fijando en sus muñecas. Si están inflamadas, círculo. Si les duelen, cruz. Ya no lucen la pulsera que me facilitó mis primeros diagnósticos.

2 comentarios:

  1. Nunca supe lo que es realmente el reúma y siempre sospeché de las pulseras de bolas, pero ahora que comienzan a salirme dolores articulares como si fuese lo más normal... a ver si va a ser cierta su eficacia y me la estoy perdiendo...
    Cordialmente,
    Félix

    ResponderEliminar
  2. Seguro que hay stock de pulseras, pero encontrarás una amplia y más moderna gama de remedios ;-)

    ResponderEliminar