jueves, 25 de noviembre de 2010

Benditos

Estas últimas semanas en Parada me han devuelto al ambiente de Atención Primaria, que retomaré en primavera, cuando comience el cuarto y último curso del MIR. La consulta de Pediatría, con sus rutinas (los percentiles, la fontanela, la dentición, la leche, las vacunas...), es de las más apropiadas para acercarse al enfoque familiar de nuestra especialidad, a menudo desatendido por falta de tiempo o de motivación. Lo que come, lo que duerme, lo que llora, lo que dice, lo que mira o lo que hace el pequeño paciente, encamina a pensar en cómo ayudarle y, con él, a quienes le cuidan o descuidan. Niños largamente esperados, buscados con ahínco, y otros que llegaron por sorpresa, sin pan debajo del brazo, con la madre como único antecedente en su recién abierta historia clínica. Niños solos y niños excesivamente acompañados. Mocosos y tosedores. Obesos en ciernes y comisques (Sal.) irredentos. Meones y estreñidos. Rubios pelones de anuncio y morenitos rescatados de un dudoso porvenir. Niños de vida naciente, creciente y floreciente, bendición para sus familias y para sus médicos.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Epidemia de indiferencia

Hace casi un año Haití fue golpeado por la tierra, que se resquebrajaba esparciendo muerte y destrucción, haciendo estallar una guerra por la supervivencia. No se ha logrado todavía un mínimo atisbo de paz cuando ataca otro enemigo, consecuencia entre evitable e inevitable del anterior. La epidemia de cólera ha matado ya a más de un millar de haitianos y afectado a varios miles que, a duras penas, son atendidos en improvisados consultorios de campaña, mientras el agua escasea y genera violentas confrontaciones. Moribundos que a nadie tienen y todo perdieron, si algo fue suyo algún día, pueblan las aceras de Puerto Príncipe. Agonizantes que atraen los teleobjetivos de las cámaras pero reciben la indiferencia de los viandantes. Gota a gota, minuto a minuto, otros salvan una vida que seguirá en peligro por nuestra indiferencia, contagiosa y letal.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Tierras de nadie

Nos desayunamos estos días con las inciertas e indigestas noticias procedentes de la que fuera región española del Sáhara, frente a Canarias y más allá. Se escribe "noticias" pero se pronuncia "muertos". Muertos de tierras de nadie. Fue otro noviembre, hace ya treinta y cinco años, cuando estas tierras se quedaron sin amo reconocido, y desde entonces el litigio se ha perdido en estériles maniobras diplomáticas e infructuosas resoluciones de la ONU. Al cabo de todo ello, muertos y exiliados, campos de minas y muros de la vergüenza, refugiados y milicias. Los unos abogan por la soberanía marroquí sobre lo que ellos denominan sus "provincias meridionales", ricas en fosfatos. Los otros apuestan por un referéndum de independencia. Opciones intermedias de autonomía no han puesto de acuerdo a las partes, según los momentos. Como tantas veces, en la historia y en la vida, cuestión de lindes. Existen muchos casos en el mundo, entre naciones limítrofes y dentro de un mismo país, y en los pueblos, en los vecindarios, en las familias... La triste realidad de poder y tener como requisitos imprescindibles para ser y estar. El asfixiante espacio vital, cuando no basta el aire y se necesita que no respire el prójimo. No es más que el ruidoso silencio egoísta ante la promesa-propuesta de una tierra nueva y la invitación a buscarla, construirla y compartirla.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Colin Smith

“Es difícil de entender, sólo sé que hay que correr. Sin saber por qué, por el campo y el bosque. Y ser el ganador no es el final, aunque la gente anime hasta quedarse tonta. Así es la soledad del corredor de fondo”. Fue la película de anoche en el ciclo de cine y deporte de la Filmoteca Regional, cada martes en el Liceo. Colin Smith tiene nombre de velocista estadounidense, quizá de origen jamaicano, pero es un fondista británico que cabecea como Paula Radcliffe. O, para ser más exactos, no es atleta, sino un chaval de Nottingham al que casi nada le sonríe en la vida, casi nadie salvo Audrey, y por unas pocas libras, unos pocos chelines y unos pocos peniques termina internado y entrenado en Ruxton Towers. Aunque su director lo ambicione, este reformatorio no participa en los Juegos Olímpicos, y aunque su director lo presuma, no reforma demasiado a las descarriadas ovejas que roban en las panaderías para invitar a chicas y fumar a escondidas. Colin cabecea en medio del páramo, jadea y esprinta, piensa y siente, él solo. "¿Por qué estás aquí? No corrí lo suficiente. Me cogieron". Muchos metros por delante. Kilómetros que allí son millas. Años para correr, tropezar, levantarse... y saber parar a tiempo. Paso, trote y galope de hombres-caballo confundidos y alienados: el hombre-máquina, el hombre-objeto, el hombre enfermo de soledad que se deshumaniza en cada carrera, a golpe de látigo, mientras alguien canta el sueño de una nueva pero vieja Jerusalén en la campiña inglesa.

lunes, 1 de noviembre de 2010

En un solo trazo

No imaginaba tantas modalidades técnicas en el arte del grabado como las mostradas en la brillante exposición "De Durero a Morandi" que alberga hasta el día 14 la salmantina sala de Santo Domingo. Las piezas de la Fundación William Cuendet & Atelier de Saint-Prex permiten recorrer formas y visiones diversas desde lo minucioso hasta lo misterioso, de lo abstracto a lo concreto. Una de las obras más impactantes es la que traigo, esta Santa Faz de Claude Mellan. En un solo trazo, sin levantar el buril de la placa de cobre, el artista compone el exhausto rostro de Jesús en la agonía. Partiendo de la punta de su nariz, una espiral perfecta se erige en cristograma nítido y conmovedor, enjugada su sangre por la Verónica, impresa su afligida expresión para consuelo de las aflicciones. En un solo trazo se define todo, sostenida la mano diestra por un pulso firme, precisa la muñeca y hábiles los dedos en sus leves y armónicos movimientos, que enriquecen de matices el conjunto de claros y oscuros. En un solo trazo.