domingo, 25 de diciembre de 2011

La Palabra en un pesebre

Las dos y pico de la Nochebuena. Papá en el Centro de Salud de Fuentesaúco, de guardia. Carlos recién llegado a León, que mañana hará lo propio. Como a los pastores, la Gracia se les aparece cumpliendo con su deber, cuidando el rebaño encomendado. En lo cotidiano, se hace presente. En la pobreza de un pesebre, envuelta en la nada de unos pañales, se desvela un Misterio que antes de todo ya era todo, la Palabra. Todo en todos será, cuando entremos en Ella, cuando de verdad sintamos que ha entrado en nosotros siendo como nosotros y viviendo entre nosotros. Dios con nosotros. Con cada uno. Contigo y conmigo. Cuando somos. Cuando amamos. Cuando esperamos. Cuando creemos y cuando adoramos, pero también cuando dudamos y nos escondemos. Cuando la tentación de una alta cuna pesa más que la humillación del pesebre. Cuando preferimos palacio a establo. Cuando rechazamos cruz como precio de nuestra debilidad caída. Cuando no buscamos la Gloria sino la vanagloria. Cuando queriendo ser uno dejamos de ser. Cuando queriendo ser mucho dejamos de ser lo poco que somos. Es la paradoja de Belén: la Palabra en un pesebre, junto al que suenan himnos de alabanza, porque los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios.