jueves, 30 de diciembre de 2010

Tempus fugit

Pronto los calendarios de paredes, carteras y repisas verán cómo cae sobre ellos el peso inexorable de una justicia que no es rápida ni lenta, sino el tiempo en sí mismo, en su velocidad exacta, tan inexactamente percibida. Si guardan algo que merezca ser recordado, quizá sean recompensados con una estancia, de duración impredecible, en el baúl de los recuerdos: hasta la próxima limpieza general, hasta que el baúl diga basta, hasta que el árbol de la nostalgia no soporte tanto ramaje. Si nada ni nadie sale en su defensa, morirán en un féretro azul instalado en plena calle (el verde es para las botellas con que se riegan estas anuales exequias, en las que las campanas sólo doblan doce veces). Por el desfiladero del tiempo, un torrente de análisis, balances y consideraciones varias, listas y premios, elencos detallados de los que se fueron (¡qué buenos todos!) y pronósticos aventurados de lo que vendrá, profecías y deseos, racimos de uvas hechos docenas y buenos propósitos hechos promesas de dudoso cumplimiento. Marcha un año y con él la década, dicen, aunque siempre dudo al llegar al cero, y nunca me cuadran las cuentas de siglos, milenios y décadas prodigiosas. Los ritos conclusivos comienzan, para que luego todo vuelva a empezar, regalando a paredes, carteras y repisas nuevos inquilinos, alguaciles de cronológicos avisos, puntuales informadores y precisos pregoneros. Con más fechas negras que rojas. Con menos noticias mañana que ayer.

viernes, 24 de diciembre de 2010

Navidad

Navidad es Belén, es humildad, es paz, es intimidad, es gozo, es dulzura, es esperanza, es benignidad, es suavidad, es aurora, es bondad, es amor, es luz, es ternura, es amanecer... Es silencio. (Francisco de Asís)

sábado, 18 de diciembre de 2010

El placer de un manojo de llaves

Ya van por tres los otoños en que Salamanca presta un juego de llaves a salmantinos de nación o vocación que sientan curiosidad por abrir sus más secretas puertas, preludio de tesoros escondidos. En su día conté anteriores experiencias, que en estas semanas se han enriquecido con las visitas a Fonseca (de otra forma), La Salina, San Francisco, Monterrey y San Esteban. Un común denominador, la ciudad que late con fuerza en su historia siempre viva. Salamanca trazada en arcos y dibujada en medallones, abierta de par en par a los ojos que miran hoy lo que otros vieron hace siglos. De las estancias palaciegas brotan leyendas que impregnan con su belleza la realidad: se non è vero, è ben trovato! De los claustros y capítulos surgen doctrinas y prédicas, se encienden disputas y se logran concordias. Por entre las rendijas de los edificios escapa, hacia fuera, un aroma de misterio, que atrapa y atrae hacia sus puertas, en busca de sus adentros más íntimos, al alcance de unas llaves convenientemente compartidas. Junto a estas visitas otoñales (gracias por vuestra constancia de los lunes en las duras colas), que ojalá gocen de continuidad (estaría bien que incluyeran la Semana Santa, la Vera Cruz, los enclaves cofradieros, en futuras ediciones), habrá que conocer el nuevo punto de referencia para acercarnos al patrimonio salmantino, en la rehabilitada iglesia de San Millán: MonumentaSalmanticae. Sigamos paseando la ciudad.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Oh, noche que juntaste...

... amado con amada, amada en el amado transformada. La de San Juan de la Cruz ha sido la primera noche de vigilia para los adoradores cofrades. Una propuesta surgida hace más de un año en las ignoradas pero muy aprovechables reuniones mensuales de cofradías que convoca la Diócesis. La idea, que parecía no fructificar, ha brotado en esta gélida noche de Adviento al calor ardiente de la Eucaristía. Hemos sido trece en torno a la Mesa, como en el primer cenáculo, varios más unidos por la oración y muchos los presentados junto a Cristo en el Altar. Si Dios quiere, seguiremos reuniéndonos una vez al mes, al final del día, acunados en la intimidad de la noche, para contemplar su Gloria en la humilde forma del pan y celebrar su Victoria redonda y blanca. Despiertos para amar.

sábado, 11 de diciembre de 2010

Gaudete

Regocijaos. Como el cuarto domingo de la Cuaresma, el tercero del Adviento relaja el morado en el rosa, cercana ya la alegría plena de la Pascua que aguardamos con anhelo. "Regocijaos, os vuelvo a decir. El Señor está cerca". Cerca. Dentro. Y en el otro, ahí fuera, al lado, aunque no terminemos de reconocerlo o prefiramos aparcar la respuesta a su llamada. "Mañana le abriremos, respondía, para lo mismo responder mañana". Mientras las calles y plazas deslumbran desde hace días y los escaparates repletos meten por los ojos la falsa necesidad de vaciarlos, la Iglesia, a duras penas, tímidamente, va encendiendo, cada semana, una lucecilla en la corona del Adviento. En este Domingo Gaudete, ya la tercera. Sencilla corona para esperar la Verdad en un Rey que eligió un pesebre por cuna y, por trono, la Cruz. Que de las espadas hace arados, y de las lanzas, podaderas. Que su precioso tesoro nos lo entrega para que lo llevemos en vasijas de barro. Que está cerca y es la causa de nuestra alegría.