miércoles, 29 de mayo de 2013

Unión no hay más que una

Sucedió que el fútbol dejó su condición de entretenimiento y deporte para convertirse en un supuesto negocio. Ocurrió que los clubes familiares degeneraron en privilegiadas empresas, llevándose con ellos el sentimiento atesorado a lo largo de todo el siglo XX. Ciudades enteras identificadas con su equipo, con unos colores para vestir la tarde del domingo, con un motivo para en junio sufrir o festejar. Pasó el fútbol, en casi todos los casos, a ser dominado por ricos, y hasta petro-jeques, petro-rusos... También la Unión, claro que sí. También el equipo de mis amores. Parece que llega su final, que no es factible reunir los recursos necesarios para que nuestra Unión viva más que estos gloriosos noventa años, gloriosos de gloria y dolor, de victorias y derrotas, de Primera, de Segunda y de Tercera. Parece que se acaba. Y parece que algunos, lejos de guardarle el luto, lejos del mínimo pudor unionista, se empeñan en usurparla, en reducirla a sucedáneo, en escapar a las obligaciones legales por el atajo habitual de quienes lo transitan de vez en cuando. Liquídese el club, lloremos, echemos de menos las visitas al Helmántico, pero eso de ignorar las obligaciones con el agravante de querer aprovechar nueve décadas de historia... es de miserables y de chorizos. Ojalá viva. Y si muere, que descanse en paz. Sólo y siempre Unión Deportiva Salamanca.