jueves, 17 de mayo de 2012

Zamora en el corazón

No me contaron cuando roté en Cardiología que Zamora podía quedarse en el corazón, pero el hecho es que se ha quedado, que se me ha quedado. Ha sido cosa aprendida más bien en consulta de centro de salud, de nuestro vetusto Parada del Molino, que iban a hacer nuevo cuando llegué y dejo aún más vejete en la hora de irme. Ha sido materia estudiada en las sencillas casas de San Lázaro, San José Obrero y el Espíritu Santo, al pie del lecho del dolor. Ha sido tanto lo vivido en estos cuatro años que el corazón ya tiene para siempre por inquilina a esta ciudad que late al son del Duero.

Guardo en el corazón la entrañable relación con Pedro, con el resto de médicos tutores y con todos los compañeros residentes, con enfermeras, auxiliares, celadores, administrativos... Da gusto trabajar cuando estás enamorado de tu profesión y disfrutas atendiendo a las personas que requieren tu ayuda, a veces simplemente escucharlas. 

Guardo en el corazón los momentos compartidos con Alberto, Víctor, Noelia y cuantos rezamos a la Virgen bajo la advocación de la Concha, hermanos de esa cofradía de tantas noches de tertulia, de tantos paseos por esta hermosa ciudad que tiene por patrona a la que ha vuelto a su trono de San Antolín.

Guardo en el corazón también momentos amargos, que los ha habido, de esos que hacen asomar lágrimas cuando el músculo se cansa de bombear vida. 

Guardo como un tesoro los cuatro años de Zamora, a la que siempre volveré como quien vuelve a casa.