sábado, 11 de diciembre de 2010

Gaudete

Regocijaos. Como el cuarto domingo de la Cuaresma, el tercero del Adviento relaja el morado en el rosa, cercana ya la alegría plena de la Pascua que aguardamos con anhelo. "Regocijaos, os vuelvo a decir. El Señor está cerca". Cerca. Dentro. Y en el otro, ahí fuera, al lado, aunque no terminemos de reconocerlo o prefiramos aparcar la respuesta a su llamada. "Mañana le abriremos, respondía, para lo mismo responder mañana". Mientras las calles y plazas deslumbran desde hace días y los escaparates repletos meten por los ojos la falsa necesidad de vaciarlos, la Iglesia, a duras penas, tímidamente, va encendiendo, cada semana, una lucecilla en la corona del Adviento. En este Domingo Gaudete, ya la tercera. Sencilla corona para esperar la Verdad en un Rey que eligió un pesebre por cuna y, por trono, la Cruz. Que de las espadas hace arados, y de las lanzas, podaderas. Que su precioso tesoro nos lo entrega para que lo llevemos en vasijas de barro. Que está cerca y es la causa de nuestra alegría.

2 comentarios:

  1. Siento especial predilección por el Adviento. Nos enseña a esperar, nos pone en camino, nos hace mirar al principio y al fin de la misma historia de la humanidad. Si durante estas dos semanas se nos invitaba a ver al Señor glorioso, ya triunfante y con los cielos nuevos y la tierra nueva a sus pies, el Domingo Gaudete ya nos anuncia que Belén espera, que las posadas se están llenando, que la humilde cueva espera, que los pastores están ya de camino, que los Reyes han iniciado su viaje, que José y María y bajan a Belén. Y todo parece tan nuevo que nos da la sensación que va a ser nuestra primera Navidad. Tal vez hayamos llenado la Navidad de mucha porquería, pero incluso aunque la hayamos enterrado en lo más profundo, la alegría, el gozo de la Navidad brilla más que todos los regalos, que todas las luces, que toda la publicidad... En pocas horas ya será Domingo Gaudete. Celebremos nuestra alegría.

    Un abrazo a todos y feliz espera.

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  2. Celebrémosla, Alberto, porque esta Verdad es en la que hay que gozarse. Una alegría real y plena.

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