jueves, 11 de noviembre de 2010

Tierras de nadie

Nos desayunamos estos días con las inciertas e indigestas noticias procedentes de la que fuera región española del Sáhara, frente a Canarias y más allá. Se escribe "noticias" pero se pronuncia "muertos". Muertos de tierras de nadie. Fue otro noviembre, hace ya treinta y cinco años, cuando estas tierras se quedaron sin amo reconocido, y desde entonces el litigio se ha perdido en estériles maniobras diplomáticas e infructuosas resoluciones de la ONU. Al cabo de todo ello, muertos y exiliados, campos de minas y muros de la vergüenza, refugiados y milicias. Los unos abogan por la soberanía marroquí sobre lo que ellos denominan sus "provincias meridionales", ricas en fosfatos. Los otros apuestan por un referéndum de independencia. Opciones intermedias de autonomía no han puesto de acuerdo a las partes, según los momentos. Como tantas veces, en la historia y en la vida, cuestión de lindes. Existen muchos casos en el mundo, entre naciones limítrofes y dentro de un mismo país, y en los pueblos, en los vecindarios, en las familias... La triste realidad de poder y tener como requisitos imprescindibles para ser y estar. El asfixiante espacio vital, cuando no basta el aire y se necesita que no respire el prójimo. No es más que el ruidoso silencio egoísta ante la promesa-propuesta de una tierra nueva y la invitación a buscarla, construirla y compartirla.

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