viernes, 14 de enero de 2011

Frente al laicismo, la libertad

"Por respeto a todos defendamos una Universidad laica" es uno de los lemas más suaves que escenifican la protesta de unas cuantas personas a las que incomoda, molesta, tortura, que otras tantas se reúnan cada miércoles en un modesto espacio de la Universidad de Barcelona para celebrar su fe de modo íntimo, sencillo, pacífico, gracias a un acuerdo de 1988 de la entidad académica con la archidiócesis barcinonense. Unos pocos se erigen en portavoces de "todos" y, por su cuenta, empobrecen la universalidad de la universidad reclamándola laica hasta esos extremos, que consisten en irrumpir en la capilla para impedir a gritos la reunión litúrgica. ¿Éstos son los defensores de la libertad, que llena sus bocas? Por desgracia, el panorama universitario es desolador. Asociaciones de estudiantes lideradas por alumnos de grado que pasan demasiados años en la facultad, muchísimos más de los aceptables. Canteranos de los partidos políticos, a imagen y semejanza de ellos: escasa brillantez intelectual, seguidismo acérrimo, habilidad en la escalada. Antisistemas que se enrolan en ejércitos que ya no existen y libran batallas contra viejos enemigos, como para ellos resulta la Iglesia. Respetar "a todos" consiste en satisfacer sus complejos, sustentados en esa mezcla antagónica pero real del individualismo liberal y el colectivismo totalitario. La persona queda sumida en el anonimato del grupo y ahogada en la soledad de un mundo que la trata con indiferencia. "La iglesia que más alumbra es la que arde", vomita otra demócrata y respetuosa pancarta.

2 comentarios:

  1. Qué demagogos... ¿Ese es el imperio de la razón? ¿De la libertad? ¿Entrar en una capilla con bocadillos, a gritos, molestando e impidiendo la celebración de la Eucaristía? Ellos estarán en la universidad, pero la universidad no pasa por ellos. ¿Y las autoridades de la universidad y las civiles, nacionales y autonómicas? ¿Cómo es posible que se consienta esta vulneración de la libertad religiosa? Menudo ejemplo de plegarse a los violentos y a la sinrazón. Esa es la imagen de la España podrida, demagoga y desmemoriada (con tanta memoria histórica es lo que pasa, que ya no hay ni memoria ni historia).

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  2. Lamentable este triunfo de los intolerantes, que esperemos sea momentáneo. Aún así, ya nos retrata como sociedad civil inmadura y/o decadente.

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