Fue realmente hermosa la historia que acabó ayer. Triste tantas tardes, amargas tantas derrotas, pero siempre bella la emoción suscitada por unos colores y unas siglas que no dejaron nunca de sonarme a la infancia, nuestra patria más verdadera. Desde mi primera visita al Helmántico en 1989, mi primera colección de cromos con el escudo de la Unión en la última página del álbum y aquel primer descenso de 1991 que sufrí desde Carrión. Hasta los noventa segundos de ayer, noventa segundos de silencio y noventa de aplausos, reunidos unos cuantos unionistas, entre buenos amigos, ante el atrasado reloj del Ayuntamiento. Se nos murió la Unión con estadio propio, con unas condiciones de pago de la deuda que para sí quisiera cualquier hijo de vecino y con la indeseable idea en el ambiente de usurpar su historia, su identidad, ¿su emoción? Se nos murió la causa de que los lunes saliera a toda prisa de la clase en Carrión, porque mamá me habría comprado el "Marca" para poder leer algo más que el resultado de la Unión contra el Endesa As Pontes o el Mosconia, pues otra cosa no decían en la radio nacional. Me valía ver la alineación, quién había marcado los goles y en qué minutos. Se nos murió el objeto de la primera gestión que hicimos al venir a Salamanca, casi antes que matricularnos en el colegio: abonarnos a la Unión, para ir cada quince días al Helmántico, y no sólo en ferias o en navidades. Se nos murió pero le damos gracias, porque fue hermoso dedicar a la Unión los domingos por la tarde, subir el volumen del transistor cuando el locutor cantaba sus goles lejos de casa o preparar la manta cuando se trataba de pasar frío en la fila 23 de nuestro querido estadio. Se nos murió, pero siempre llevaremos en el corazón los viajes tras sus pasos: a Valladolid, a Zamora, a Santander, a Burgos, a Valdebebas, a Legánes que fue mi última escapada (en la foto). Se nos murió, pero siempre conservaremos el recuerdo nítido que se merecen los ídolos de la infancia. HALA UNIÓN, grita Salamanca. HALA UNIÓN, grita el corazón...
Despiertos para amar
Porque los días siguen teniendo nombre
miércoles, 19 de junio de 2013
miércoles, 29 de mayo de 2013
Unión no hay más que una
Sucedió que el fútbol dejó su condición de entretenimiento y deporte para convertirse en un supuesto negocio. Ocurrió que los clubes familiares degeneraron en privilegiadas empresas, llevándose con ellos el sentimiento atesorado a lo largo de todo el siglo XX. Ciudades enteras identificadas con su equipo, con unos colores para vestir la tarde del domingo, con un motivo para en junio sufrir o festejar. Pasó el fútbol, en casi todos los casos, a ser dominado por ricos, y hasta petro-jeques, petro-rusos... También la Unión, claro que sí. También el equipo de mis amores. Parece que llega su final, que no es factible reunir los recursos necesarios para que nuestra Unión viva más que estos gloriosos noventa años, gloriosos de gloria y dolor, de victorias y derrotas, de Primera, de Segunda y de Tercera. Parece que se acaba. Y parece que algunos, lejos de guardarle el luto, lejos del mínimo pudor unionista, se empeñan en usurparla, en reducirla a sucedáneo, en escapar a las obligaciones legales por el atajo habitual de quienes lo transitan de vez en cuando. Liquídese el club, lloremos, echemos de menos las visitas al Helmántico, pero eso de ignorar las obligaciones con el agravante de querer aprovechar nueve décadas de historia... es de miserables y de chorizos. Ojalá viva. Y si muere, que descanse en paz. Sólo y siempre Unión Deportiva Salamanca.
miércoles, 24 de abril de 2013
Siega Verde
En los ochenta esas curvas eran sinónimo de mareo en los asientos traseros del BX paterno. Las curvas que conducían al puente sobre el Águeda, o que llegaban cuando lo habíamo dejado atrás. O nos acercábamos a Villar de la Yegua o emprendíamos rumbo a Salamanca. Curvas sin quitamiedos, aunque predominaba el mareo sobre el miedo para aquel niño de tres o cuatro años que las recuerda con agridulce sabor en la memoria. Las curvas del puente, las curvas que desde 1988 son el preámbulo para la mayor parte de quienes visitan el yacimiento arqueológico de Siega Verde. Resulta que en aquellas peñas de la ladera hacia el Águeda, a menudo cubiertas por sus aguas muchas de ellas, hubo quien ensayó formas, quien definió siluetas, quien dejó rastro sin afán de hacerlo... En aquel cazadero donde el hombre buscaba la subsistencia, ayudado por la complicidad del sol y del río, disfrutamos hoy de una muestra de sus grabados sobre la piedra, de su piqueteado sobre la roca, mirando a naciente, implorando que nunca faltasen bestias que garantizasen el alimento. Cerca de Villar de la Yegua, en su término municipal. Allí abajo, donde no quería mirar aquel niño que se mareaba en las curvas del puente. Recomendable visita. Más información aquí.
martes, 12 de marzo de 2013
La cofradía de los médicos
Este año me he apuntado a una nueva cofradía. Nueva para mí, aunque es de las más antiguas, tan veterana como la primera que se fundó. Seguro que el primer año que a alguien se le ocurrió sacar un paso a la calle por Semana Santa, también hubo quien había previsto salir y no pudo. Quizás servía a las armas, quizás era un criado lejos de su tierra, quizás cuidaba el ganado que no entiende de fiestas. Ahora, como todas las demás, esta cofradía de los ausentes se ha renovado. Es la cofradía de los camareros, de los dependientes del comercio que no sabe de horarios, de los policías y los bomberos, de los erasmus, de los emigrantes... Es una cofradía con su sección de los médicos, en la que, a la fuerza, me he apuntado esta mañana. Después de cuatro años esquivando las guardias pascuales gracias a la comprensión de mis compañeros y al sacrificio de otras fechas, viviré en la distancia los días grandes del triduo. Viernes Santo, Sábado Santo y Domingo de Resurrección en Plasencia. Un año histórico. El año en que mi cofradía del alma retoma sus tres actos más señeros y a mí me da por apuntarme a otra. Después de dieciocho viernes santos de túnica blanca, la cambio por la bata. Y dando gracias, claro que sí.
miércoles, 13 de febrero de 2013
Una aventura juntos
Sigo leyendo la trilogía de Benedicto XVI sobre la persona de Cristo, degustándola, finalizando ya el volumen dedicado a la vida pública, desde el Bautismo hasta la Transfiguración. Pero no esperaba volver a escribir tan pronto sobre el Papa, que hace dos días proporcionó la noticia del año con su renuncia a la sede de Pedro. Lo que ha decidido en oración, en libertad, en cercanía con el Señor, nos impacta, pero ante todo nos conmueve y nos invita a la esperanza. Rescato un párrafo de Porta fidei, la carta por la que Benedicto XVI ha convocado este Año de la Fe: La renovación de la Iglesia pasa también a través del testimonio ofrecido por la
vida de los creyentes: con su misma existencia en el mundo, los cristianos están
llamados efectivamente a hacer resplandecer la Palabra de verdad que el Señor
Jesús nos dejó. Precisamente el Concilio, en la Constitución dogmática Lumen Gentium, afirmaba: «Mientras que Cristo, “santo, inocente, sin mancha”
(Hb 7, 26), no conoció el pecado (cf. 2 Co 5, 21), sino que vino
solamente a expiar los pecados del pueblo (cf. Hb 2, 17), la Iglesia,
abrazando en su seno a los pecadores, es a la vez santa y siempre necesitada de
purificación, y busca sin cesar la conversión y la renovación. La Iglesia
continúa su peregrinación “en medio de las persecuciones del mundo y de los
consuelos de Dios”, anunciando la cruz y la muerte del Señor hasta que vuelva
(cf. 1 Co 11, 26). Se siente fortalecida con la fuerza del Señor
resucitado para poder superar con paciencia y amor todos los sufrimientos y
dificultades, tanto interiores como exteriores, y revelar en el mundo el
misterio de Cristo, aunque bajo sombras, sin embargo, con fidelidad hasta que al
final se manifieste a plena luz». Bajo sombras, propias del hombre, pero con fidelidad, propias de quien se ha fiado de Dios, de quien se ha entregado, se ha comprometido, ha aceptado la propuesta de Cristo y ha edificado en Él su vida. Bajo sombras, siempre necesitados de purificación, de conversión, siempre lastrados por limitaciones y debilidades, incoherentes, inconstantes... Bajo sombras, pobres instrumentos los que Dios escoge, porque se fía del hombre, de su criatura. Siempre espera, siempre aguarda, siempre perdona. Una aventura juntos la que vivimos tantos miles de católicos, la mayoría jóvenes, llegados desde los cinco continentes a aquella explanada de Cuatro Vientos. El intenso calor de un sábado de agosto derivó en tormenta, pero no quiso el Papa rendirse ante el aguacero. "Una aventura juntos". Ahora se retira. El Señor le muestra que desde la oración servirá mejor a la Iglesia, y vuelve a fiarse de Él. Gracias, Santidad, por la aventura de aquella noche, y por sus palabras de maestro que me están ayudando a conocer más y mejor al que es su Señor y el mío, Jesucristo.
domingo, 13 de enero de 2013
Lectura recomendable
Comenté en el otoño de 2007, en plena preparación del examen MIR, que se presentaba entonces la primera parte de la visión de Jesús de Nazaret que compartía con nosotros el Papa Benedicto XVI sin afán magisterial, como teólogo Joseph Ratzinger (si es que esto puede delimitarse tan sencillamente, aunque el pontífice, en la introducción, aclara que "se puede discrepar con él"). Prometí escribir un "Después de leerlo", y lo cierto es que comencé la lectura pero no la culminé. Cinco años más tarde, cuando los Magos me han obsequiado con la tercera parte, "La infancia de Jesús", en la que el papa alemán habla de ellos, tras leerla he enlazado con ese otro texto aplazado, el que recorre la vida pública de Jesús desde su Bautismo que hoy celebramos hasta la Transfiguración, y me propongo completar el camino leyendo la segunda parte en el orden de edición, la correspondiente a los misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección. Hasta ahora me he acercado, guiado por Ratzinger, hasta el suceso del Jordán, hasta las tentaciones en el desierto, hasta el concepto de Reino de Dios que anuncia el galileo, y ahora me hallo inmerso en el apasionante capítulo que desgrana el Sermón de la Montaña. Que de esta apreciable trilogía a muchos católicos les haya llegado únicamente la "noticia" relativa a la mula y el buey del portal de Belén, como un eco de polémicas y farragosas campanas, llama la atención, una vez más, sobre el desinterés por profundizar en la fe, en el conocimiento de la persona de Cristo, y la reducción de las creencias a la anécdota televisiva de relleno, que sin remedio aceptamos. Cuánto nos perdemos. No queremos acostumbrarnos a lo mejor y nos conformamos con lo superfluo.
jueves, 20 de diciembre de 2012
De guardia por Navidad
Estas Navidades... turrón de chocolate. No, estas Navidades, en plural, porque nace para el buey y la mula, para María y José, para los pastores, para los magos, para Herodes, para el hombre de hoy, para ti, para mí... estas Navidades, decía, guardias, también en plural. No en la posada, donde tampoco había sitio para mí, sino en un centro de salud que será portal de Belén y sala de espera, establo y consulta, estrella y linterna, pesebre y fonendo... Y que no falten. Felices Pascuas para todos los lectores de parte de este perezoso que escribe poco y corto. Que nazca en todos los corazones. Verbum caro factum est.
domingo, 11 de noviembre de 2012
De par en par Salamanca
Un año más, y van cinco: 2008, 2009, 2010, 2011, y este otoño de 2012 que ha entrado en fríos sin que apenas asome el tímido sol, "amarillo y fugaz", del veranillo de San Martín. Poco escribo en este Despiertos para amar, pero veo que, al menos, siempre me ha servido como excusa para hacerlo alguna de las visitas de Las llaves de la ciudad. La cola del lunes pasado me abrió las puertas de la Sacrístía de la Catedral Nueva y del Convento de Santa Isabel, de la mano de Mariano Casas. Pocos habrá que se le igualen en detalles en la explicación y en apasionamiento a la hora de desvelar lo que encierran esos sagrados lugares. Teatralizada esta vez la siempre indispensable visita a San Esteban, allí donde Colón soñara con algo, allí donde Unamuno pidiera respuestas, allí donde almirante, rector y tantos otros escucharan a las piedras y las supieran vivas, siempre elocuentes, siempre maestras. Esta mañana de domingo, haciendo ya acopio de resistencia para otra cola de lunes, el destino ha sido el Monasterio de la Anunciación, nuestras queridas vecinas las Úrsulas, y después la iglesia de Santa María de los Caballeros, que ahora rige el padre Nicodim para que los hermanos ortodoxos rumanos recen con él al que es un solo Dios y Padre. El sepulcro del Arzobispo Fonseca y las pinturas del antiguo retablo bien merecen padecer los rigores del noviembre salmantino, y que, curioseando en el bolsillo, junto a las llaves de casa, te topes, de vez en cuando, con las de tu ciudad.
viernes, 2 de noviembre de 2012
Sueltas en surcos de amores
Honda impresión, de las que dejan poso, de las que tocan la fibra hasta conmoverla, causó en mí el relato manuscrito de Marañón sobre sus viajes a Las Hurdes, uno de ellos junto al rey Alfonso XIII, con las correspondientes fotografías de Campúa. Han pasado noventa años. Y más desde que el viaje real contestara a las súplicas enérgicas del obispo Pedro Segura, entonces en Coria, luego cardenal de Toledo y de Sevilla, y la denuncia en verso de Gabriel y Galán, ambas incluidas en el libro. Clamaban prelado y poeta por la penuria que sufrían los hurdanos, hundidos en la miseria de su hermosa montaña: "De hambre del alma se mueren, se mueren de hambre de pan". Demandaban el socorro del primero de los españoles: "Que Dios corona a los reyes / para que a mundos mejores / lleven innúmeras greyes, / mejor que atadas con leyes, / sueltas en surcos de amores". Estas semanas he paseado por los escenarios de la real visita, imaginando cómo la lluvia hubiera enfangado las sendas, ahora de asfalto. Hoy escribo en Casares de las Hurdes. Otros días, en Fragosa, en Martilandrán, en El Gasco, en Nuñomoral... Pueden leerme, al instante, en la otra punta del planeta. Hace noventa años, y menos, era un triunfo para estos hermanos "jurdanos" alcanzar los valles vecinos, respirar otro aire si no más puro, sí más esperanzador. Estas semanas he entrado en casas nuevas donde se vive a la usanza antigua, como si todavía hubiera que convivir con el ganado en los establos-vivienda de pizarra. Rostros que aparecen, quizá, en las instantáneas de Campúa, porque algún que otro nonagenario me he encontrado. O en los planos de Buñuel. Rostros supervivientes. Las Hurdes siguen impactando. Y los grandes de la tierra han de seguir escuchando denuncias y gritos de socorro, y todos hemos de darnos por aludidos, porque ante tanto dolor, ante tanta hambre, sólo queda seguir trabajando por la Justicia encendidos en la Caridad. Eso he visto en el Cottolengo: Amor de los amores en el centro, Amor cierto y entregado.
domingo, 7 de octubre de 2012
Una bandera ens agermana: Blaugrana al vent
Parece que esta tarde el Barcelona renuncia a sus colores, a los colores aludidos en su precio himno: "Tant se val d´on venim, si del sud o del nord, ara estem d´acord, estem d´acord, una bandera ens agermana. Blaugrana al vent...". Porque son el azul y el grana los que hermanan a la afición barcelonista, de la que sólo una parte minoritaria ha nacido o vive en Cataluña. Más que un club por esto, no por otras leyendas de valores catalanistas o democráticos, y basta conocer un poco la historia del Barça al que admiro. Qué tranquilidad que en el estadio al que acudo no se celebren aquelarres políticos y nos basten el blanco y el negro de la Unión para disfrutar de una tarde deportiva.
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