domingo, 29 de julio de 2012

Lo importante es participar


No por muy repetido deja de ser verdad, aunque verdad sea palabra políticamente incorrecta. Participar, hace ciento cuatro años, cuando esas tiradoras con arco apuntaban a la diana embutidas en sus negros vestidos, y participar hoy, en judo o tenis de mesa, oculto el cabello por el hiyab. Participar hace sesenta y cuatro años, deprimido el mundo entero por la Segunda Guerra Mundial, o hacerlo hoy, deprimido de otra forma, aunque parezca que la crisis acaba de llegar porque nos ha tocado a nosotros. Viajar a Londres en 1908, en 1948 y en 2012. Embarcarse para una travesía de semanas, lo que justificaba que los primeros juegos londineses duraran seis meses. Los de la austeridad, en 1948, lo mismo que estos, poco más de dos semanas.

El gran sueño de Coubertin, en sus casi doce décadas de realidad, ha transformado ciudades, aplacado rivalidades y encendido recelos. La sangre del odio vertida en Munich. Los boicots de Moscú y Los Ángeles. El "amigos para siempre" de Barcelona. El fuego olímpico que ha iluminado la descalcez de Abebe Bikila y la normalidad de Fanny Blankers-Koen, dando calor en el pebetero del estadio a las gestas individuales y a las hazañas colectivas. Mortales carpados y tsukaharas en la voz de Paloma del Río. Ippones, waza-aris y yukos que nunca distingo sobre el tatami. Penalty-corner y penalty-stroke sobre una hierba que en Londres es azul para los sticks (basta con la verde de Wimbledon para las raquetas). Mariposa, espalda, braza y crawl cultivados en la piscina por gente con estilo. Velas que el viento mueve para lustrar el medallero de España. Jabalinas voladoras. Pertiguistas hermosas. Rías donde mojar zapatilla tras la estela de un keniata. Más rápido. Más alto. Más fuerte.

jueves, 12 de julio de 2012

Pueblos


Hay pueblos en que las banderitas de las fiestas se pasan todo el año colgadas en la calle Mayor, en la Ancha, en la Larga, en la de la Iglesia, en la de la Ermita y en la Plaza de España, o de la Constitución, o del Generalísimo, según los casos. Hay pueblos que hace unos pocos años encargaron el escudo heráldico que nunca tuvieron y la bandera que nunca ondeó en el balcón de su Ayuntamiento. Hay pueblos que queman el presupuesto en toros, verbenas y disco-móvil. Hay pueblos con las calles bonitas, el polideportivo bien puesto, la piscina olímpica, la escuela cerrada por falta de niños, la parroquia cerrada por falta de curas y la casa del médico convertida en hogar del jubilado. Hay pueblos que se llenan en verano de los que un día emprendieron el camino hacia Sabadell, Rentería o Alemania, de sus hijos y sus nietos, que se llaman Jordi, Izaskun o Franz. Hay pueblos que lloran en septiembre, cuando se vacían, cuando las despensas están expoliadas y las calles desiertas, cuando la bici de Sergi quedó en el corral junto a la de Ainhoa, cuando siguen moviéndose las banderitas al son del viento, como si mañana fuera el santo patrono que salió en agosto en andas de cuatro. Hay pueblos como Marchagaz o Palomero para debutar con picadores, después de mis primeras becerradas en Villamor, Fuentelapeña y Castrillo, y habrá pueblos, espero, para tomar la alternativa antes de confirmarla. Del 16 al 31 estoy anunciado en Tornavacas.